20 de noviembre de 2008

Los Reyes Malditos IV (La ley de los varones) - Maurice Druon

En el tomo anterior, Luis X muere envenenado mientras Felipe de Poitiers se encuentra en Lyon tratando de hacer nombrar un papa. Guccio ha sido enviado con una carta dirigida a Poitiers a buscar la protección de Jacobo Duéze.

RESUMEN


Jacobo Duéze, después de recibir a Guccio, se ofrece a llevar el mensaje a Poitiers, quien al saber la muerte de su hermano, sin inmutarse, comienza a pensar en reclamar la regencia. En ese momento, decide cambiar la estrategia y hacer nombrar para a Duéze, y hacerse nombrar regente del reino de Francia. Para eso hace cerrar todas las puertas de Lyon, se hace reconocer regente por su séquito y ordena difundir la noticia de la regencia, mientras Carlos Valois haba hecho lo mismo desde París, llevando contra su voluntad a la reina Clemencia al palacio de la cité, para dar respaldo a su nombramiento.

Los cardenales están decididos a seguir negociando para nombrar al papa, y se rebelan ante Poitiers, quien finge celebrar una misa por la muerte de su hermano, y aprovechando que todos los cardenales han asistido, los deja encerrados dentro de la iglesia para que éstos sostengan su cónclave, que hasta el momento han reuhido desde su encuentro en Cárpentras, luego de la muerte de Clemente. Recordemos que Clemente murió antes que Felipe IV, le sucedió a éste Luis X quien reinó 18 meses, habían transcurrido dos años sin papa, pero ante la fuerza, ya sólo era cuestión de tiempo antes que éste fuera nombrado, aunque no sin cierta resistencia aún de parte de los cardenales.

María de Cressay fué sacada de Neauphle por sus hermanos para librarse de las burlas de que eran objeto y llevada a casa de Tolomei, quien por mediación de Bouville la hizo internar en el convento de Saint-Marcel, lugar donde las nobles ocultaban sus pecados.

Poitiers, en su camino a Londres, se detuvo a pernoctar en Fontainbleau, donde Carlos Valois llegó a recibirlo para solicitarle su apoyo en la búsqueda de la regencia. Fingiendo cansancio, Poitiers deja el tema para el día siguiente, pero cabalga a la medianoche hacia parís dejando a Valois mientras dormía. Así llega primero a París y entra casi por la fuerza en el palacio real. Cuando Valois regresa, ya la regencia le pertenece a Poitiers y no hay nada que hacer. Es en este punto donde Felipe de Poitiers, analizando el problema en que se encuentra la corona en este momento, prepara un reglamento de sucesión, según el cual solamente los descendientes varones podrán optar a la corona. El duque de Borgoña, padre de la asesinada Margarita de Borgoña y abuelos por tanto de la pequeña Juana, reclaman la corona, y es para evitar que ésta recaiga sobre la niña (con quien se usa el argumento de bastardía) que se prepara el reglamento. Al final la regencia es ratificada en Felipe de Poitiers, quien deberá regir Francia hasta que el rey, que se encuentra en el vientre de su madre aún, tenga quince años de edad.

Solamente dos personas no aceptan la regencia de Poitiers, el duque de Borgoña, quien al final retira sus quejas al ser prometido con la hija del regente, con la dote de la unificación de las Borgoñas, y Roberto de Artois, a quien no le parece que la ley de los varones se aplique en el caso de la corona, pero no en la sucesión del Artois. Roberto reúne un ejército con el que se dedica a asolar el Artois, saqueando castillos y cometiendo todo tipo de atrocidades. Francia tiene ahora dos provincias en anarquía, recordemos que Flandes, contra quien marchó Luis X todavía se encontraba contrario a la corona de Francia, y ahora el Artois, cuyos nobles desconocían a Mahaut de Artois. Poitiers reune un ejército para detener a Roberto, quien se entrega sólo, para dejar que su ejército siga haciendo de las suyas, y llevando bajo el brazo una carta: la captura de la hechicera que vendió a Mahaut el veneno con que fué asesinado Luis X. Con lo que no contaba Roberto es con que sería encarcelado, y su carta no le servía en prisión.

En el cónclave, y después de mes y medio de encierro, Duéze logra engañar a los demás cardenales para que lo elijan papa, mostrándose al borde de la muerte. Los demás cardenales, en su prisa por salir del encierro, aceptan nombrar a un moribundo para poder sostener el cónclave más tarde en mejores condiciones, y eligen papa a Duéze, quien elije el nombre de Juan XXII.

El hijo de Clemencia, futuro rey de Francia, nace y es nombrado también Juan, en cumplimiento de una promesa que ella hizo al salvarse de morir en altamar a su llegada a Francia. Sin embargo, Clemencia queda al borde de la muerte luego de alumbrar. María de Cressay tambien ha tenido a su hijo en el convento, y como es la costumbre de su familia, el primogénito varón lleva el nombre de Juan. María de Cressay es obligada a servir como nodriza del rey. El día de la presentación del rey a la nobleza de Francia, Mahaut envenena al niño, con la complicidad de Poitiers. Sin embargo, antes de la presentación, Bouville cambia al rey por Juan de Cressay, de manera que quien es asesinado es el pequeño Cressay. Habiendo sido asesinado a la vista de todos, Bouville no puede hablar para hacer ver la sustitución, por lo que María es obligada a quedarse con el pequeño rey, despojado ahora de su autoridad real pues para todos los efectos está muerto, y María es obligada a jurar silencio hasta que Bouville levante su juramento. María es enviada de nuevo al Neauphle, con una renta anual, para la manutencion del pequeño rey, a quien debe criar como su hijo, y es obligada a escribir una carta de repudio para Guccio, para evitar que ésta, en su amor por Guccio, termine confiandole a éste secretos que debe guardar.

Fallecido el rey, la disputa por la corona revive, y el drama llega hasta el momento de la coronación, pero habiendo sido colocada la corona en la cabeza de Felipe de Poitiers, ahora Felipe V, éste es ahora rey de Francia.

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