13 de julio de 2013

Don Santiago, 89 años

Don Santiago nació el 13 de Marzo de 1924. Tiene casi 90 años pero aparenta entre 60 y 70, es una clase de indigente y afirma vivir en una colonia de Soyapango que por no conocerla, no puedo recordar cual era, mencionó que tomaba la 41-F para llegar a su casa.

Caminaba cargando sus dos muletas y dos sacos al hombro, como si fueran al forjas, ambos sacos amarrados por la parte superior y colgando uno hacia su espalda y el otro hacia su pecho. Don Santiago habla con quien quiera escucharle. Lleva un sombrero de palma, una barba cana, y luce dos dientes en su boca. Es sonriente, sus ojos todavía tienen chispa.


Este día en particular venía "de donde una turca, que los diez de cada mes le ragala diez dolares, pero que esta vez le regaló varias camisas, camisas de centro, un pijama y como 20 periodicos". Eso era el contenido de sus dos sacos, además de algunas cosas de comer que otras personas le habían regalado. "La turca tiene dos almacenes", y de ahi proviene la ayuda por la que Don Santiago estaba tan contento. Estaba esperando un bus de la ruta 9 cerca del hospital Rosales. Don Santiago no paga pasaje, se sube al bus y estando arriba pide aventón. Los conductores reniegan, pero al final, supongo que nadie le niega la subida.

Mientras espera el autobús, me cuenta que a sus dieciocho años el trabajaba como jardinero en el centro, cerca de lo que hoy es la tercera calle poniente, donde todo eran fincas, cafetales, y su trabajo era chapodar y dar mantenimiento a las plantas. El ganaba 4.50 colones al día. El almuerzo le costaba 50 centavos, un almuerzo que consistía de carne, arroz, cuatro tortillas, su refresco. Aparentemente, un almuerzo completo de los que hoy cuestan unos 3 dolares, dependiendo de donde se compre. Solo que hoy día lo normal es que te den dos tortillas. De sus 4.50, Don Santiago le pagaba 1 colón a un ayudante, cuyo trabajo era sacar tierra de los "bordos", que Don Santiago usaba para emparejar hoyos.

Don Santiago pidió trabajo en La Constancia cuando era joven. Le dijeron que había una plaza y que pagaba 3 colones diarios. El aclara que nunca trabajó ahí, yo supongo que es porque ganaba mejor en su otro trabajo.

Me describe la ciudad de San Salvador a sus dieciocho años: de la tercera calle poniente hasta la escalón, todo son fincas y montarrascales, cafetales, la ciudad propiamente dicha comienza cerca de catedral y se expande hacia el sur. La tercera calle poniente no es más que un callejón con espacio para una carreta. Solo hay dos calles pavimentadas en aquel entonces, las demás son empedradas. Por la tercera circulan carretas de bueyes y mulas. No hay autobuses.

Si el nació en el 25 y me describe la ciudad a sus 18, estamos hablando entonces de 1943.

Ahora el vive en Soyapango, viene quien sabe de donde, eso no me lo contó, espera la ruta 9 que lo llevará hasta el Boulevard del Ejército, de ahi tomará una 41 que lo llevará a Unicentro. En Unicentro, alguien le regala todos los días un plato de comida. Almorzará ahí y luego tomará una 41-F que lo deja a dos cuadras de su casa.

Don Santiago habla fluidamente, pero en un determinado momento, se le olvida que partes ya me contó y vuelve a contarlas. Así, el contenido y origen de sus sacos me lo contó como tres veces.

Los ancianos tienen mucho que decir. De vez en cuando hablo con alguno, una vez uno me contaba apasionadamente recuerdos de la época del Gral. Martínez. Este será el primer post de una serie que reflejará esas pláticas con los ancianos de este país.

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